María López Vigil, merecedora del Cervantes Chico Iberoamericano
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*** Carta de intención de la señora Gloria Carrión a la Organización de Estados Iberoamericanos, promoviendo la candidatura de María López Vigil al Premio Cervantes Chico Iberoamericano 2019.
María López Vigil
Nació en La Habana, Cuba, en 1944
Vive en Nicaragua desde 1981
Nacionalizada nicaragüense en 1990
Maestra, periodista y escritora
Fue reconocida por el Centro Nicaragüense de Escritores en 2009 por sus libros de literatura infantil y por su contribución a inaugurar este género literario en Nicaragua el país. En aquella ocasión, como estaba fuera del país, recibió la placa Alejandrita, una niña que leía sus cuentos y habló al público de lo mucho que le gustaban. La acompañó Eduardo Báez, director de “Libros para Niños”. Ese día, María López Vigil agradeció el reconocimiento en un escrito en el que decía: “En Cuba está mi ombligo, allí aprendí a leer y a escribir, a contar cuentos y a escucharlos. Soy sólo una cuentista, soy la niña que fui y que siempre va conmigo”.
Recibió en septiembre de 2012 la Legión de Honor de Francia en grado de Caballero, entre otras cosas por sus libros de literatura infantil. En la entrega, el embajador de Francia Antoine Joly dijo: “Es muy raro que Francia conceda la Legión de Honor a un infante. Si hoy lo hace es porque la República Francesa ha sido guiada en su elección por un don particular, que le ha permitido reconocer en esta niña, los frutos prometedores de la mujer, de la teóloga, de la periodista y de la escritora, con ese espíritu juvenil, que marca cada una de sus etapas y que se expresa como una apoteosis en sus cuentos para la niñez”.
En sus palabras de aceptación de este reconocimiento, dijo: “Mi machete es la palabra. Durante diez años hilé palabras en el semanario popular “El Tayacán”. Y durante treinta años y hasta hoy las he moldeado en la revista “Envío”. Aquí en Nicaragua encontré la oportunidad de escribir para las niñas y los niños nicaragüenses varios libros que sé que los han hecho pensar, soñar, sentir miedo, emocionarse, reír. Crecer”.
Además de autora de varios libros, María López Vigil es considerada pionera de la literatura infantil en Nicaragua, un país de niños y niñas, donde los cuentos que leían eran siempre de otros países, de otras culturas, de otras realidades.
En 1988, preocupada por ese vacío, ASDI, la cooperación de Suecia en Nicaragua, al ver que hasta entonces eran nulos los autores dedicados a la literatura infantil en el país, convocaron el concurso “Los niños queremos cuentos”. El texto de María López Vigil, con dos ilustraciones de su hermano Nivio, ganó el primer premio. Así se inició su trayectoria como autora.
“Un güegüe me contó” (1989), editado en Suecia, se considera un clásico de la literatura infantil en Nicaragua, y el libro con el que inició este género en el país. Impreso en Suecia en miles de ejemplares se ganó el corazón de niños y niñas. Veinte años después, ya eran madres y padres, cuando Libros para Niños hizo la segunda edición. En aquella ocasión, dijo su autora en una fiesta de celebración de la “edad adulta” del libro con sus primeros lectores:
“Han pasado ya casi veinte años de que “Un güegüe me contó” llegó a Nicaragua y creo, me parece, me atrevo a decir, que unos veinte mil niños y niñas lo han leído desde entonces. Tal vez ser la madre de este “hijo de papel” me hace soñar con cifras tan altas… Cuando escribí este cuento, que también es historia, quería conectar a los niños de hoy con sus antepasados de ayer, con los orígenes más originales de nuestra Matria Nicaragua. Quería darles un poquito de identidad, de raíces. Quería hacerlos reír. Y quería emocionarlos contándoles una historia de amor, la de Mingoxico y Xilochitl…”.
Este libro, como todos sus libros, excepto el último, han sido ilustrados por su hermano Nivio, con larga trayectoria como ilustrador de más de un centenar de libros infantiles en España. “Es con Nivio que pienso y discuto el texto y es conmigo con quien Nivio evalúa las ilustraciones. El éxito que han tenido mis libros depende en gran medida de su genialidad como ilustrador”, ha dicho en varias ocasiones.
Su segunda incursión en la literatura infantil ha sido también un aporte a que la niñez nicaragüense conozca mejor sus raíces, su identidad, la riqueza y brillantes de los modismos de su lengua oral.
En ese segundo libro puso en lenguaje actual esa joya de la literatura colonial nicaragüense “El Güegüense”.
En 2007 en la solemne presentación en Diriamba de este libro, recreación del clásico de la literatura nicaragüense, dijo:
“Escribí este libro porque desde que supe que en Nicaragua existía este tesoro lo busqué. Porque cuando lo encontré y lo leí lo entendí a medias. Y comencé a preguntarme si a los niños y a las niñas no les pasaría lo mismo que a mí: que no entenderían nada o casi nada… que no es lo mismo, pero es igual. Entonces dije: Quiero entenderlo. Y quiero que lo entiendan. Y escribí este libro para ustedes, niños y niñas, chavalas y chavalos... Lo escribimos y lo ilustramos para que aprendan a soñar con otra Nicaragua, la que tenemos pendiente de construir entre todos. Tal como fue soñador el Güegüense, que dormía en un petate revolcado y soñaba que tenía un palacio. Que llevaba cuatro chunches viejos en su motete y lo imaginaba lleno de maravillas. Recuerden: leer nos enseña a soñar. Y sólo imaginando y soñando seremos capaces de cambiar Nicaragua”.
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