“A los niños les encantan los libros”, entrevista con Alberto Pocasangre, ganador del primer Concurso Centroamericano de Literatura Infantil 2013.
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Redacción por LPN -17 de abril de 2024
Alberto Pocasangre nos cuenta en esta entrevista que fue un niño lector necio. Tan inquieto en su pulsión literaria que a la corta edad de nueve años creyó que podía escribir su primera novela de aventuras; sin embargo, fue un “intento fallido”, aún le faltaba más experiencia y lecturas para dominar el arte de la escritura. A pesar de eso, no desistió en su empeño, escribía poesía y cuentos cortos, del mismo modo que leía vorazmente, hasta que finalmente de adolescente fue ganador de un certamen nacional en el que participó sin mayores expectativas. Ese triunfo le hizo creer definitivamente que sí podía escribir sus propias historias.
A partir de entonces Alberto ha sido acreedor de varios premios y reconocimientos, entre ellos, el primer lugar en nuestro I Concurso Centroamericano de Literatura Infantil en 2013 con su obra “Donde nacen las sirenas”. Así mismo, destacan otros premios como el I Certamen Literario para la Primera Infancia del Ministerio de Educación de El Salvador “Maura Echeverría” en poesía (2017) y el XXVII Juegos Florales de Santa Ana en la rama de Ensayo (2018).
Alberto, además de escritor es docente con más de 30 años de experiencia. Es director del colegio Angloamericano en San Salvador. Pero no nació en la capital salvadoreña, sino en el municipio de San Isidro en 1972. En su experiencia como docente ha observado que al dar libertad a los niños y niñas para leer los temas de su interés, no hay necesidad de obligar la lectura.
En su faceta como escritor, el autor posee una extensa obra literaria. Entre sus publicaciones más destacadas podemos anotar: “La camisa de fuerza” (CSJ, El Salvador, 2002), “El hombre de los mil relojes” (Libresa, Ecuador, 2005), “Kauki” (Alfaguara Infantil, 2013), ”El devorador de insectos” (Alfaguara Infantil, 2013), “De sustos, amores y otras cosas aterradoras” (Alfaguara Infantil, 2014), “La credibilidad perdida y una gota de agua” (Artículo, La Prensa Gráfica, El Salvador 2014), “Donde nacen las sirenas” (¡Libros para Niños! Nicaragua, 2015), entre otras más.
Desde noviembre de 2023, Libros para Niños ha lanzado su cuarta convocatoria al Concurso Centroamericano de Literatura Infantil. Actualmente estamos en proceso de selección del ganador o ganadora de este certamen, a quien próximamente habremos de anunciar, y es en ese marco que queremos compartir con nuestros lectores esta entrevista que hemos realizado a este querido autor de nuestro fondo editorial quien fue el primer ganador en la historia de este concurso:
¿Cuándo sentiste la pulsión por escribir? Es decir, cuál fue tu primer cuento o historia y que te empujó a hacerlo.Tenía unos 4 años de edad cuando mi hermana mayor me puso en contacto con la literatura, específicamente con poesía. Creo que en ese momento quedé atrapado. Cinco años más tarde devoraba las novelas de Julio Verne, y un día pensé: “¿Será que yo puedo escribir un libro de aventuras?” e hice el primer intento de una novela. Intento fallido. Pero seguí siendo un lector necio. Otros cinco años más y comencé a escribir poemas y cuentos cortos que nada más compartía con un par de personas. Un día, me animaron a enviar algunos textos a un certamen nacional, lo hice a regañadientes. Y gané. Entonces creí que sí podía escribir mis propias historias.
¿Qué me impulsó en realidad? La admiración por las cosas maravillosas que leer me hacía sentir. Y el deseo de provocar eso en otras personas. De hecho, mis primeras historias eran dirigidas al público adulto. Gané cinco certámenes nacionales en narrativa para adultos antes de animarme a escribir para niños. Cuando lo hice —por una feliz casualidad—, fue una novela que me publicaron en Ecuador. Y desde entonces, lo que escribo para niños y jóvenes ocupa en mi mundo el lugar preferido.
¿Cuáles dirías que fueron los nutrientes que te hicieron escribir? ¿Eras muy lector? ¿Se leía mucho en tu casa? ¿Quiénes son tus referentes literarios?Supongo que a todos nos pasa igual: un día entramos en contacto con los libros y quedamos marcados. O de pronto, nos cruzamos con un poema, un cuento, una novela o cualquier texto literario con el que hacemos click. Y ese fue mi caso: me pusieron al alcance de los libros y me fascinó. He sido muy lector y defiendo con coraje la premisa de que para ser un escritor —aunque sea de mediana calidad— obligatoriamente hay que ser un lector comprometido. En casa (cuando era chico) no se leía mucho; pero yo leía por todos y eso fue suficiente para que mi mamá comprara tantos libros como para enamorarse de ellos.
¿Mis referentes? Verne y los griegos fueron de lo primero que leí. Luego los rusos del Realismo. No sé si hay mucho o poco o nada de esos inicios en lo que escribo hoy, sin embargo, retorno a ellos de vez en vez. Y siempre me dejan una sensación maravillosa.
Hay escritores muy metódicos en su proceso de escritura que saben hacia dónde van cuando escriben ¿es este tu caso o desarrollas la idea sobre la marcha?Quizá un poco de ambos. Hago una escaleta, trato de definir bien a los personajes, considero los diálogos y escenas a conciencia y todo eso. Tengo la bendición de una memoria muy fiel y esto me ayuda a madurar las ideas mucho tiempo antes de escribirlas por completo, así que a veces escribo bastante rápido. He notado que en muchas ocasiones el final de mis historias no es el que había planeado, sino el que la historia necesita o exige. Así que, aunque sepa hacia donde voy cuando escribo, no siempre llego al destino deseado. Pero siempre llego a un mejor destino del que imaginaba.
¿Qué cuentas en tu literatura infantil? ¿Tienes temas recurrentes o simplemente escribes sobre lo que se te ocurre?Es una buena pregunta. Pienso que todos tratamos de escribir lo que deseamos leer. Como soy papá y docente, me gusta escribir cosas que imagino disfrutarán mis hijas o mis estudiantes. Y siempre he apoyado la idea de que la Literatura Infantil no debe enseñar nada, más bien debe despertar emociones y el disfrute estético. El lector se encargará de encontrar mensajes y enseñanzas. Creo que podemos escribir sobre cualquier cosa, y los niños tienen la capacidad de decodificarlo. Tal vez repito temas, no me he dado cuenta. De lo que estoy seguro, es que repito emociones. Las mismas que yo siento como lector.
¿Cómo valorarías la literatura infantil? ¿Cuál crees que es su lugar en el mundo, en vista que la crítica literaria posa sus ojos sobre las grandes novelas o en los grandes cuentistas?
Estoy convencido de que las grandes novelas para adultos y los grandes escritores para adultos no tendrían lectores si alguien no hubiera escrito libros para niños y niñas. Así que la Literatura Infantil es más que importante: es fundamental e indispensable. Es una lástima que la Pedagogía trate de controlarla, censurarla y ponerle límites. Y ojo, sé de lo que hablo: soy director de un colegio desde hace 24 años y como escritor he dado conferencias en decenas de instituciones: el panorama es muy parecido, muchos profesores esperan que la obra literaria sea un apéndice o un aporte a los temas del programa escolar. La buena noticia es que, gracias a esa necesidad pedagógica, hay por hoy un boom de la LIJ y se está dando más apoyo a la misma. Tanto que, por lo menos en El Salvador, muchos grandes escritores que se movían sólo en terrenos de adultos, hoy están incursionando también en la LIJ. Eso es una reivindicación para la Literatura Infantil y Juvenil y un triunfo para la Literatura Universal.
Y aunque la Pedagogía siga tratando de controlar, censurar o limitar los libros para niños, siempre hay más de uno que —libre como son los textos para pequeños— logra burlar la vigilancia y llenan de emoción no escolar a los niños y niñas.
Y sobre esta misma línea, ¿Qué opinión te merece la producción literaria infantil en Centroamérica? ¿Cómo valorarías su estado actual?
Me alegra decir que vamos por buen camino. Han nacido más libros, más propuestas editoriales, más interés por parte de nuevos escritores (y otros no tan nuevos) en producirla. La actividad y los concursos como el de Libros para Niños, señalan la seriedad que debe tener el libro dirigido al público infantil. Obliga a todos a comprender que un texto escrito para niños y niñas no está exento de poseer también una alta calidad y un peso cultural tan válido como el de aquellas que consideramos grandes obras.
Creo también que falta un largo trecho para alcanzar a los que ya habían iniciado en el mundo este proceso. Incluso, en Centroamérica tampoco hay homogeneidad en cuanto al avance; pero vamos avanzando, pues se ha logrado dar justo valor al texto infantil, se ha logrado tomar en serio la capacitación y formación del que desea escribir para niños. Y que muy pronto vayamos a conocer al Cuarto ganador de un certamen centroamericano de gran prestigio es señal clara del avance.
Están naciendo hermosos bebés literarios en Centroamérica, lo que también hace nacer hermosos trabajos de ilustración. Así que el impulso de la Literatura Infantil en nuestra tierra favorece en gran manera a otros artistas.
¿Estás trabajando en algún proyecto literario actualmente?Sí, tengo muchos proyectos tanto para niños, como para jóvenes y adultos. Me falta tiempo; pero entusiasmo me sobra.
En 2013 fuiste ganador del primer Concurso Centroamericano de Literatura Infantil de Libros para Niños ¿qué significó para vos este reconocimiento y por qué crees que tu obra “Donde nacen las Sirenas” fue la seleccionada? Cuéntanos un poco sobre este libro.Ganar el certamen en el 2013 fue mi pase a las grandes ligas de la LIJ y una de las cosas más estupendas que me ha pasado. Creo que “Donde nacen las sirenas” ganó por —como dijo el jurado— ser una obra con peso poético; pero creo que también tiene que ver con la sensación que nos deja al leerlo: una obra solo gusta si nos emociona, y solo nos emociona si nos sentimos identificados con ella. El libro nos introduce al escenario de un nieto y su abuela que caminan juntos por la playa y en algún momento ella le cuenta la historia del nacimiento del mar que tienen enfrente. Una historia que encierra también un gran secreto. Pienso que todos nos sentimos cómplices de deducir algo importante al final del libro, algo que no queda claramente dicho y eso nos toca el corazón, pues todos en nuestra vida sabemos de personas que han hecho grandes cosas, sacrificios silenciosos o acciones bellas por los demás; pero que quedan escondidas. Imagino que esa sensación que el libro nos deja al terminar su lectura, lo hace ser lo que es.
Es un libro para niños pero que gusta mucho también a los adultos. Porque toca algo en nuestros corazones.
En tu biografía se destaca tu otra faceta como docente, con más de 30 años de experiencia en esta labor. Es interesante mencionarlo porque esto indica que tienes un doble vínculo con los niños, el de escritor y el de educador ¿escribes literatura infantil para educar, para dejar una moraleja, por simple entretenimiento, o tienes otros objetivos más críticos, más relacionados con fomentar el pensamiento crítico en los pequeños?
Dicen que “el escritor cara a cara decepciona”, y este es mi momento de decepcionarlos: jamás escribo queriendo moralizar o enseñar algo. Escribo las historias que me encantaría leer. Y en mis más de 30 años como docente, si una cosa he aprendido de los niños y los jóvenes, es que aman aquellos libros que les hacen sentir algo, con los que se sienten identificados, y no aquellos que los quieren sermonear. Y me recuerdo así, como niño lector: cuando quería aprender algo, leía enciclopedias; cuando quería soñar, viajar, emocionarme, sentir… leía obras literarias. ¿Y saben qué? Sin darme cuenta, al leer obras literarias, también aprendía cosas. Siempre he creído que es el lector quien aprende y no el escritor quien enseña.
¿Crees que los niños y niñas están interesados en leer o son reacios a hacerlo? ¿Existe una lucha con la pereza y la tecnología que los aleja de este hábito? ¿Qué haces como docente para tratar de revertir esto?
A los niños les encantan los libros. Lo que pasa es que a veces no ha llegado el libro con el que hagan click. Pero mi experiencia es que si ponemos niños al alcance de los libros y les damos libertad para leer los temas de su interés, no hay necesidad de obligar la lectura. También me han enseñado los niños que sí les presentamos la actividad lectora como un momento especial, mágico, de placer y premio y no como una asignatura o un deber, se convierten en lectores dinámicos y voluntarios.
Como docente he implementado clubes de lectura, he intentado permitir que el libro se vuelva un objeto cotidiano, he buscado estimular la libertad de elección temática y de opinión, es decir, desacralizar los textos (no tiene por qué gustarle a todos Cervantes), he luchado por incluir en el acto de leer a los padres y maestros (porque el ejemplo siempre es más poderoso que el consejo), y por último, he aceptado que a un niño le puede gustar más jugar al fútbol que acompañarse de un libro, y no pasa nada. En algún momento deja la pelota y sabrá que la lectura es una hermosa alternativa.
Y lo mejor es reconocer el preciso momento en que un libro los enamora. Porque uno se da cuenta que de seguro ya no podrán escapar de este bello vicio sin castigo.
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