Alberto Sánchez Argüello: “Es inutil satanizar las pantallas y el internet, en todo caso debemos estimular que el niño y la niña tengan la libertad para escoger las lecturas que les gusten, estimular el placer de la lectura.”
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Un día fue un zar ruso y al otro un astronauta aburrido en una sonda espacial. Escribiendo cartas anónimas a sus compañeros de clases es que podríamos decir que Alberto Sánchez Argüello dejó plantada la semilla que en el futuro lo convertiría en escritor. Influenciado por la ciencia ficción y las distopías -pues Alberto era un voraz lector de la biblioteca de su padre siendo niño- fue cuando este adolescente introvertido pudo hablar de sí mismo a través de la literatura. A partir de entonces tenemos a un escritor por vocación, que no solamente ha incursionado en la literatura infantil ganando importantes premios y reconocimientos en la región, sino también ha sido pionero en Nicaragua en el género del microrrelato o minificción.
Sánchez nació en Managua en 1972. Es psicólogo de profesión y cuenta con una importante trayectoria literaria reconocida por diversas instancias culturales en la región centroamericana. Ha sido premiado en varios concursos de nuestro fondo editorial Libros para Niños, habiendo ganado el I concurso de cuento versión juvenil con La casa del agua en 2003. Ha sido selección de jurado para publicación por la obra Chico largo y charco verde en el IV concurso nacional de literatura infantil “libros para niños y niñas” 2008. También fue finalista del I Concurso Centroamericano de Literatura Infantil con Mi amigo el dragón en 2014 y finalmente fue ganador del II Concurso Centroamericano de Literatura Infantil con Ítaca en 2017.
En esta ocasión Alberto nos ofreció una entrevista en el marco de nuestro cuarto Concurso Centroamericano de Literatura Infantil donde pudimos recordar cuando ganó nuestro segundo Concurso con su libro Itca, y donde conversamos sobre literatura y niñez. A continuación les compartimos esta charla:
- La memoria es uno de los temas más recurrentes en tu obra literaria ¿Cómo vuelves literatura infantil un tema, digamos, serio como este, y cómo surge este interés por recurrir a la memoria para escribir?
Nunca me detuve a pensar en las diferencias entre los textos dirigidos a un público infantil en contraste con uno adulto, más allá claro del abordaje de ciertos temas, digamos delicados y la complejidad del lenguaje. Mis hijos siempre fueron mi guía para recordarme lo que es ser niño y niña, Ernesto para La casa de agua y Luna para Mi amigo el dragón y el resto de mi obra. Sus preguntas y juegos me permitieron reconectarme con mi propia infancia y con mi memoria, tema que cruza tanto mis cuentos infantiles como mis novelas para jóvenes y adultos y mis minificciones. ¿Porqué la memoria? Porque olvido, en un ciclo que puede abarcar entre 10 o 15 años, una bruma va cubriendo de matices grises mis experiencias pasadas. Mis obras se convierten en mi arca de Noé para todo aquello que quiero conservar a la vez que me sirve para entender y entenderme. La diferencia entre la memoria que surge para un público menor versus uno mayor será en todo caso el tipo de memoria: lo más doloroso está reservado para lectores que estén dispuestos a recorrer ese tipo de viaje conmigo, para la niñez será la nostalgia y el asombro.
- En una entrevista que diste hace un tiempo dijiste que en tercer año de secundaria supiste lo que era ser leído debido a un ejercicio de escribir cartas que les orientaron hacer a tu salón de clases ¿que crees que fue lo que gustó a esos lectores de tus cartas? ¿habían influencias ya de tus lecturas en esas cartas?
Aquellas cartas eran un ejercicio de correspondencia anónima entre compañeros de clases en la que debíamos hablar de nosotros, algo que para una adolescencia tormentosa e introvertida como la mía se convirtió en una amenaza terrible, así que opté por el camino fácil: mentir. Así que convertí las cartas en un ejercicio de escritura creativa en la que un día encarnaba a un zar ruso y en otra a un astronauta aburrido en su sonda espacial. En ese entonces estaba muy influenciado por la biblioteca de mi padre: Stephen King, Arthur C. Clark, Isaac Asimov y la marca del terror, la ciencia ficción y las ucronías y distopías rezumaban en esas hojas escritas con distintas caligrafías para despistar a mis compañeros.
- No sólo te destacas por escribir literatura infantil, sino también por ser pionero en la escritura de microrrelatos o microficción en Nicaragua ¿cuales son las características que definen este género? ¿Crees que tiene algún auge entre los más jóvenes con intereses literarios? ¿Crees qué sea capaz de desplazar el interés por escribir cuentos clásicos e incluso novelas como las conocemos ante unas nuevas generaciones cada vez más breves e impacientes con contenidos extensos?
Algunos académicos consideran la minificción como un género narrativo, otros como una radicalización del cuento. Pero todos coinciden que es una obra narrativa que usa la elipsis para estimular la cocreación lectora y que en su expresión más posmoderna es muchas veces de carácter híbrido y puede tener guiños metaficcionales. Sobre el auge entre jóvenes no me queda claro con la generación actual que me parece más inclinada hacia las sagas fantásticas y la novela negra y la de ciencia ficción. Tampoco creo que futuras generaciones de narradores y narradoras terminen dejando a un lado la escritura de cuento y novela, me parece que el cultivo de la minificción es más bien de nicho, tanto en su creación como en su consumo lector, al menos así me parece para la región centroamericana, donde esto podría diferir un poco sería más hacia el sur en países como Argentina, Chile y Perú.
- ¿Cuál crees que es el estado de la producción literaria infantil en Nicaragua y en Centroamérica?
Carezco de información y estudios para responder esta pregunta con propiedad, pero si me guió por lo que veo en librerías nacionales no parece ser abundante la producción nacional o al menos no parece existir por ahora una alta rotación de nuevos nombres de autores y autoras cultivando este género. Esto claramente no significa que no exista en potencia una nueva generación de autores y autoras que quieran dedicar sus obras a un público infantil, pero que les falten recursos, medios y oportunidades para materializar sus obras.
- ¿Estás trabajando en algún proyecto literario actualmente?
Si, un manual de escritura de minificción a publicarse en Chile por la editorial Sherezade y un libro con anotaciones del curso que imparto de AP (Advanced Placement) Spanish Literature & Culture.
- Tu libro “La casa del agua” fue ganador del I concurso de cuento versión juvenil de Libros para Niños y se considera, según algunos estudios, la primera novela juvenil de Nicaragua ¿lo consideras como tal? ¿Qué elementos la hacen ubicarse como una novela?
Si tomamos en cuenta que es una obra que por primera vez tiene en mente a un público lector juvenil desde su concepción y publicación, probablemente sí podemos afirmar que es la primera. Es una novela porque se desarrolla en un microcosmos de montaña con una cultura y escenario propios, además de poseer varios personajes que habitan al menos dos tramas a partir de la segunda mitad de la obra.
- ¿Cual es tu fin cuando escribes? ¿Lo haces para educar y dejar una moraleja, por simple entretenimiento, o tienes otros objetivos, digamos fomentar el pensamiento crítico en los pequeños y como lo haces?
Siempre he escrito desde la necesidad de crear, sea desde el gozo o desde el dolor. Más allá de ciertos tópicos que siempre me han atraído y se reflejan en mi obra, como la memoria, el poder y los afectos, nunca he escrito algo desde un propósito didáctico. En todo caso, mis propias reflexiones, dudas e intereses se reflejan en mis textos y trato de ser honesto con lo que expreso y mis personajes terminan convirtiéndose en verdaderos alter-egos de mis pensamientos y emociones en vez de voceros de un mensaje o alguna especie de agenda oculta. Creo mucho en el pensamiento crítico y en ese sentido respeto profundamente a los niños y niñas que aún se plantean preguntas profundas acerca de la realidad. Si descubren en mis obras un estímulo para la reflexión, el pensamiento y la empatía, me sentiré más que recompensado.
- ¿Crees que los niños y niñas están interesados en leer o son reacios a hacerlo? ¿Qué elementos interfieren en que estos acojan la lectura como un hábito? ¿Cómo evalúas esta situación?
Esta es la gran pregunta. Creo que parte de la respuesta descansa en el hogar. Yo mismo me convertí en lector por el ejemplo de mis padres: grandes lectores que construyeron una casa con estantes para libros que recorren todos los ambientes del lugar. Los niños y niñas construyen sus primeros hábitos a partir del modelado familiar, por eso es más probable que un niño o niña lector, lectora provenga de una familia lectora, no digo que lo contrario sea imposible, pero sí menos probable. Luego están los programas de fomento lector como los rincones de cuento de la Fundación Libros para niños, las bibliotecas populares o el bibliobús de la Biblioteca Alemana de Nicaragua. Hoy en día mucha gente sataniza las pantallas y el internet, pero creo que eso es inútil, en todo caso debemos encontrar maneras de integrar esta realidad digital en el universo lector y sobre todo, estimular que el niño y la niña tengan la libertad para escoger las lecturas que les gusten, estimular el placer de la lectura.
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