“El diseño es una gran herramienta para el cambio social, es un aporte individual por las personas que nos rodean”, entrevista al ilustrador nicaragüense Lonnie Ruiz.
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Lonnie Ruiz define su proceso creativo como un ejercicio de conexiones con su propia vida, su infancia, las historias que ha escuchado, los libros que ha leído, las películas que ha visto, en donde a partir de una primera imagen empiezan a detonar preguntas que va respondiendo con imágenes durante el proceso. Reconocido con una “Mención” en el XIV Catálogo Iberoamérica Ilustra este 2024, Lonnie enfoca su proyecto más allá de la técnica, dando como resultado una serie de tres imágenes con un mensaje y una composición que reflexionan sobre los niños y niñas víctimas de conflictos bélicos. El ilustrador también forma parte de la quinta edición del “Muro Virtual de Ilustradores”, en la 61 edición de la Feria del Libro Infantil de Bolonia 2024, posicionándolo como uno de los diseñadores más destacados de la región
Así mismo, Lonnie fue ganador del II Concurso Nacional de Ilustración promovido por Libros para Niños, demostrando una gran versatilidad como ilustrador al colaborar con reconocidos autores como Mario Montenegro, María y Nivio López Vigil, Salvador Cardenal y Georgina Lázaro. Además, ha sido seleccionado en prestigiosas bienales de diseño y cartel en España, México, Bolivia, Ecuador, Rusia y Eslovaquia, y su obra ha sido publicada en el libro "Latin American Graphic Design" de la editorial Taschen. Con nuestro Fondo Editorial, Lonnie ha colaborado en la ilustración y línea gráfica de las cuatro ediciones de nuestro Concurso Centroamericano de Literatura Infantil y ha ilustrado 4 libros publicados también por nuestro Fondo Editorial como “La Guía del Pipián", de María López Vigil, “Elefante Solitario”, “Un Naufragio Inesperado” y su propio libro “Sapos”.
¿Cómo definirías tu propio estilo? ¿Qué elementos caracterizan tus ilustraciones?
Considero que la principal característica de mi estilo es que posee una voz que cambia de tono en cada proyecto, de acuerdo con las posibilidades que brinda el texto; también busco acompañar ese cambio con uno en el registro. Con los años, he procurado que mis imágenes dejen de estimular únicamente la vista, y me he orientado a estimular otros sentidos en los lectores.
¿Qué otros artistas o ilustradores te han inspirado a lo largo de tu carrera? ¿Cómo han influido en tu estilo?
Son muchos, y en general, lo más valioso que he aprendido de ellos tiene que ver con su personalidad y la forma en que ven el mundo a través de su trabajo. Con Gusti, tuve el privilegio de recibir dos talleres intensivos, donde aprendí con humildad a abrazar mi propio proceso creativo, a no temerle a los materiales tradicionales y a respetar profundamente el lápiz y el dibujo. Vicky Ramos fue una de mis primeras maestras, y siempre valoro su proceso de investigación y búsqueda de identidad personal y cultural. De Isidro Ferrer, admiro su capacidad para sorprenderse siempre a sí mismo con sus resultados, el juego como parte del proceso, y la poesía en sus imágenes.
¿Cuál es tu proceso creativo a la hora de desarrollar una ilustración? ¿Cómo pasas de una idea inicial a una obra terminada?
Desde hace algunos años, las semillas de mis ilustraciones provienen de lecturas de textos e imágenes que voy descubriendo, incluidas experiencias en talleres de escritura, dibujo, ilustración y diseño, así como películas, fotografías, charlas o clases magistrales impartidas por personas creativas y vinculadas a la literatura infantil y juvenil (LIJ). Uno de los detalles de las ilustraciones seleccionadas en Iberoamérica Ilustra lo descubrí en una charla de Jutta Bauer, quien mencionaba que los libros pueden hablar de cosas privadas, pero también tener una dimensión política, mientras relataba algo sobre su libro El ángel del abuelo. Después de tener una primera imagen, comienzo a hacer conexiones con mi propia vida, mi infancia, las historias que he escuchado, los libros que he leído, las películas que he visto, etc. Es como imaginar una historia a partir de un objeto o personaje y descubrir qué de lo que estoy construyendo comunica algo a los demás, y cómo, al mismo tiempo, responde a las preguntas que yo mismo me voy formulando durante el proceso.
Recientemente has sido reconocido con una Mención en el prestigioso Catálogo Iberoamérica Ilustra 2024. ¿Por qué crees que escogieron tu trabajo para formar parte de dicho catálogo?
Después de todos los intentos previos, las distintas técnicas y los registros estéticos que empleé, creo que esta vez me seleccionaron más por lo que quise contar, y no tanto por el modo en que lo hice. Utilicé una técnica, un registro y una paleta de colores muy sencillos, pero me enfoqué más en el mensaje y en la composición de las imágenes, de manera que se pudiera contar algo realmente significativo –para mí– en una serie tan pequeña, de apenas tres imágenes. Considero importante el escribir un título que complemente el discurso de la imagen y refuerce el mensaje.
Mi propuesta para esta serie está motivada por visibilizar a los niños y niñas víctimas de conflictos bélicos, quienes a menudo no son considerados como seres sensibles al duelo y, en algunos casos, son vistos incluso como enemigos. La serie se divide en tres momentos: el primero, la presencia del juego y el sonido de las risas en un recreo; el segundo, la interrupción del juego por el estruendo de la guerra; y el tercero, la imagen de la rebeldía y la lucha de estos niños por sus derechos.
Parte de tu obra ha estado orientada al diseño de cartel social. ¿Crees que el diseño puede generar cambios positivos en la sociedad? ¿Ha influido este estilo en tus ilustraciones para literatura infantil o simplemente te ciñes a las necesidades del libro y su narrativa?
Considero que el diseño es una gran herramienta para el cambio social, aunque no sea la más importante; sin embargo, es un aporte individual que vale la pena hacer por las personas que nos rodean. Últimamente he identificado que tanto mi trabajo de síntesis como de reflexión en los carteles dialogan con lo que hago en la ilustración narrativa, utilizando símbolos y retórica visual. No todos los proyectos de literatura infantil lo requieren o lo necesitan, pero prefiero aquellos que dejan a propósito una rendija abierta para poder explorarlo, y cuyo compromiso sea tanto con uno mismo como con el bienestar de las infancias.
Has sido un gran amigo y colaborador de Libros para Niños como ilustrador de 4 libros publicados por nuestro fondo editorial como “La Guía del Pipián", “Elefante Solitario”, “Un Naufragio Inesperado” y tu propio libro “Sapos”. Además fuiste ganador del II Concurso Nacional de Ilustración y has ilustrado las cuatro ediciones de nuestro concurso de literatura infantil. ¿Qué puedes decirnos de esta experiencia con nuestra organización?
Libros para Niños ha sido mi escuela, tanto como lector como autor. Di mis primeros pasos como ilustrador gracias a Eduardo Báez, quien me mostró la LIJ de alta calidad y me dio la oportunidad de colaborar con la Fundación e ilustrar mis primeros libros; además, me presentó el trabajo y la extraordinaria persona que es mi maestra Vicky Ramos, quien también ha sido una gran inspiración y apoyo. Esa red entre ilustradores, promotores, lectores y escritores permitió que muchos de quienes nos entusiasmamos con la ilustración en Centroamérica nos relacionáramos con grandes autores relevantes en la literatura infantil. Ilustrar los carteles del concurso centroamericano ha sido una forma de devolver un poco de lo que LPN me ha brindado, de poner en práctica lo que aprendí en muchos talleres que gestionaron para nosotros y de hacer un aporte a la promoción de la literatura infantil en la región.
¿Qué diagnóstico podrías hacer sobre el estado de la ilustración primero en Nicaragua, pero también en la región centroamericana? ¿Hay un estilo propio de la región y que necesidades cubre ese estilo, qué temáticas aborda?
Creo que es una gran responsabilidad hacer un diagnóstico, ya que tengo menos experiencia que otros maestros y colegas de la región. A nivel general, entre los más jóvenes en la creación de imágenes, siento que miran mucho hacia afuera, como si intentaran encontrarse en lo que ven a la distancia, y las imágenes carecen de algo que realmente quieran contar. En la LIJ y en las editoriales centroamericanas que conozco, percibo más una búsqueda de identidad propia, no solo como una forma de mostrar lo que fuimos y lo que tenemos como región, sino también lo que podemos llegar a construir. Veo una forma de mirarse a sí mismos sin dejar de observar lo que se hace en otros lugares, y muchos aspectos propios de las identidades se reflejan en las historias que se cuentan. Un gran ejemplo de esto son los ganadores del concurso centroamericano de literatura infantil.
Si un joven, un adolescente, o cualquier persona desea convertirse en un profesional de la ilustración ¿qué sería lo esencial que debe entender sobre este arte para tener éxito en esta carrera, más allá de implementar bien las técnicas y los conocimiento básicos que aprendería?
Pienso que una de las cosas más importantes es tratar con mucho respeto a las infancias, incluida la propia, aunque ya haya pasado. Es fundamental aprender a leer imágenes y libros infantiles, especialmente el álbum ilustrado y sus posibilidades narrativas. Es importante también volver sobre su propia autobiografía lectora, descubrir qué autores, imágenes, textos e incluso películas lo han formado, y hacer relaciones entre ello y lo que desean contar. No estoy seguro de si eso garantizaría el éxito, pero sin duda lo convertiría en un mejor lector, y un buen lector puede llegar a ser un buen autor de imágenes.
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