Katia Cardenal: “Mis canciones infantiles nacieron interactuando con mis hijos u otros niños, no las escribí sentada en un escritorio, las escribí arrullando, jugando, inventando.”
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El camino de Katia Cardenal en la música infantil comenzó casi por azar. En 1997, mientras estaba embarazada de ocho meses de su tercer hijo, firmaba su primer contrato con una disquera noruega para grabar un álbum con canciones del trovador Alf Prøysen.
Fue entonces cuando, de manera inesperada, el productor le propuso hacer también un disco para niños. Así nació “En Reveslandia", su primer álbum infantil y la puerta de entrada a un universo musical que, hasta ese momento, no había explorado. Tal como hizo con sus primeros hijos, Katia compuso canciones de cuna para su cuarto hijo sin imaginar que estaba gestando un segundo proyecto, pues de alguna manera tomó conciencia del “vacío enorme en el catálogo de música infantil nicaragüense” y decidió recopilar 18 canciones escritas a lo largo de tres décadas como madre. El resultado fue “Trampolín”, un álbum que marcó un hito al convertirse en “el primer disco de música infantil compuesto e interpretado por una mamá-músico nicaragüense en la historia del país”.
Katia proviene de una familia de artistas que han dejado un valioso legado a la rica tradición cultural de Nicaragua. Es sobrina del reconocido poeta Ernesto Cardenal, famoso mundialmente por su Cántico cósmico o El evangelio de Solentiname. Su hermano Salvador fue un pionero en crear música con temáticas que evocan la toma de conciencia ambiental, en una época donde aún la población no percibía las amenazas del cambio climático. La autenticidad y el inconfundible timbre de voz de Katia Cardenal, suave, cálido y melódico, se unen a su capacidad de conectar profundamente con el público a través de letras que abogan por la justicia social y cuestionan la desigualdad. Con el Dúo Guardabarranco, Katia y su hermano Salvador se convirtieron en un referente generacional, ofreciendo una propuesta musical de gran calidad y originalidad artística que les valió reconocimiento en toda Latinoamérica y más allá.
En esta conversación, Katia recuerda sus inicios junto a su hermano Salvador Cardenal, con quien formó un dúo que no solo marcó un hito en la música nicaragüense, sino que también llevó un mensaje de libertad, naturaleza y compromiso social más allá de las fronteras. Además, nos habla sobre los desafíos que ha enfrentado como mujer en la escena musical, el impacto de su música infantil y su incursión en la literatura para niños.
Desde su nueva vida en Noruega, Katia sigue creando, esta vez con un proyecto muy especial, un álbum de arrullos titulado La luna y yo, una primicia que comparte con Libros para Niños. A lo largo de esta entrevista, nos abre su corazón para compartir cómo la música ha sido su refugio, su trinchera y su forma de iluminar el mundo, incluso en los momentos más oscuros.
Tu música ha trascendido a varias generaciones en América Latina. ¿Cómo recuerdas esos primeros años con Guardabarranco y la construcción de tu identidad artística?
Ya son 45 años desde que Salvador y yo nos presentamos públicamente por primera vez, y son 15 años desde su partida. Salvador vivió en el noviciado jesuita de Panamá, (1977-1980). A su regreso, después de tres años sin vernos, él me propuso hacer un dúo cuando me escuchó cantar, éramos apenas unos adolescentes (16 y 19 años) pero podría asegurar que al escoger el nombre de “Guardabarranco”, ya teníamos claro que queríamos abogar por la libertad, por el derecho a cantar y vivir en paz, sin barrotes, como lo hace nuestro pájaro nacional, creo que ya desde entonces, esa era la identidad que buscábamos forjar. Esos primeros años del dúo son inolvidables para mí, cantábamos casi a diario, sin importar las condiciones ni el lugar, nos la pasábamos ensayando, queríamos compartir nuestra música con la gente y llegar a cada rincón de Nicaragua y creo que ese sueño se nos hizo realidad.
Recordando a tu hermano, cantautor nicaragüense, muy querido y recordado en el continente ¿Cómo describirías el vínculo musical y personal que compartías con Salvador?
El fue el único varón entre 4 hermanas, y era 3 años mayor que yo, creo que nuestro gusto por la música fue clave para acercarnos más como hermanos, la pasión que teníamos al escuchar música nos hizo pasar horas juntos, también nuestro amor a la naturaleza, nuestro humor y nuestra creatividad nos llevó a compartir muchos momentos especiales, los que se fueron multiplicando con el tiempo y se estrecharon aún más al trabajar juntos durante 30 años. Sin duda fue a través del arte que logramos encontrar eso que nos uniría por siempre, la música como vehículo para crear, para aportar a la sociedad, ella siempre nos mantuvo unidos, no solo como hermanos, sino como amigos y como colegas.
Tu música ha trascendido fronteras y ha encontrado eco en públicos diversos. ¿Cómo has vivido ese reconocimiento y qué crees que hace que tus canciones sigan vigentes?
Cuando empezamos a cantar en Managua en 1980, no nos imaginamos que apenas unos meses después empezaríamos a hacer giras internacionales, la música me ha llevado a más de 30 países en toda América, Europa y Asia, tanto con el dúo, como en solitario. Siempre que surge interés en personas de otros países, muchas veces de personas que ni siquiera hablan español, pero se conmueven con lo que hacemos nos alegramos como niños. Lograr ser escuchada como solista en tierras tan lejanas como Japón o Noruega, y ganar un disco de oro (1999) además, en este país donde he vivido en distintas épocas de mi vida, ha sido impactante para mi.
Ganar el 2do lugar en el festival internacional OTI para Nicaragua en 1990, o recibir el premio al canto por la paz en Dinamarca en 2007, ha sido increíble, pero sobre todo las experiencias maravillosas que he tenido cantando en el día a día en festivales, centros culturales, teatros, escuelas, iglesias, universidades, calles y parques para públicos tan diversos, es lo mejor que me ha pasado y lo vivo con agradecimiento y felicidad.
Salvador y yo siempre optamos por hacer música atemporal y creo que eso ha sido clave para que a lo largo de 4 décadas nuevos seguidores se sigan sumando a escucharnos. Como solista yo he explorado otros géneros además de la trova, he hecho música cristiana, infantil, escandinava, folclórica y eso hace que mi público sea también muy amplio. Pero creo que es clave el hecho de que siempre nos han inspirado los temas universales, que trascienden y que nos unen como humanos que somos.
A lo largo de tu carrera, ¿cuáles han sido los principales desafíos que has enfrentado como mujer en la escena musical latinoamericana? ¿Sientes que tu voz y tus letras encontraron un lugar distinto por ser mujer o hubo momentos en los que ser mujer te limitó o, por el contrario, te dio más fuerza?
Ser mujer y ser músico ha sido un desafío diario. Sobre todo en nuestra región, hubo que abrir camino y este ha sido largo y pedregoso. Crecí artísticamente en un mundo de hombres, esto no solo me limitó en mi autoconfianza y autoestima, sino que además me sentí acorralada en muchas ocasiones. Las cosas han cambiado, ahora hay muchas compositoras en Nicaragua y el mundo está mucho más abierto a recibir a la mujer como creadora, no solo como intérprete y como entertainer. Pero todas las limitaciones que tuve, con el tiempo me llenaron de valor para seguir componiendo y para finalmente grabar mis propias canciones, y también para ser gestora musical desde mi posición como artista, así fue que fundé mi propio sello disquero Moka discos, hice la Fundación Dúo Guardabarranco y el Primer festival internacional de cantautoras de Nicaragua y Centroamérica, el cual celebramos durante una década con invitadas internacionales de América y Europa. Motivando a mujeres músicos a cultivar su creatividad poética y musical a través de talleres, encuentros y conciertos, ofreciendo una plataforma para ser escuchadas. Seguir haciendo canciones es aún difícil para mí, siempre me acosa esa inseguridad adquirida en mis años juveniles, aunque sea difícil admitirlo.
Particularmente en Latinoamérica la música ha sido una herramienta de resistencia y cambio, lo vimos a través de voces emblemáticas como las de Violeta Parra, Amparo Ochoa o Mercedes Sosa. ¿Crees que hoy la voz femenina en la música latinoamericana sigue teniendo ese mismo poder transformador?
La política de la región ha cambiado, las viejas tendencias se han ido convirtiendo en ideologías obsoletas, pero los problemas sociales y las injusticias siguen, quizá ahora se habla de otra manera, pero ellas siguen siendo esas voces indispensables que nos llenan de inspiración para seguir cantando con la misma pasión, cultivando la esperanza de que nuestro canto exaltara todo lo que enfrentamos y vivimos como mujeres en una sociedad que sigue poniéndonos trabas por todos lados, ellas empezaron a hilvanar el sueño compartido de hacer un cambio con nuestras voces y nosotras seguimos tejiendo.
A lo largo de estos años de carrera ¿Sientes que ha habido cambios en la industria musical en cuanto a la representación y el reconocimiento de las mujeres?
La comunicación al alcance de todos y sobre todo las plataformas de música y vídeos han abierto puertas inmensurables para las artistas, cantautoras, cantoras y compositoras que nunca imaginamos antes, ahora en un click podemos darnos cuenta que está pasando en cada rincón del planeta. Al escuchar a otras artistas uno se llena de inspiración y de coraje, uno abona la esperanza de ser escuchado y crece la motivación de seguir haciendo música. En cuatro décadas el mundo y la industria de la música es otro. Las redes y los movimientos y colaboraciones entre artistas femeninas se incrementa cada día y las mujeres tenemos más espacios para hacer música.
¿Qué consejo le darías a las mujeres jóvenes que quieren hacer carrera en la música?
Que crean en ellas, que amen lo que hacen y que no esperen nada, ni a nadie, que den rienda suelta a su imaginación y creatividad y que se entreguen con alegría a esa vocación que les enciende el corazón. No dejen que se apague la llama.
En tu trayectoria, la música siempre ha sido un puente para conectar con diferentes públicos. ¿Cómo nació tu interés por la música infantil y la literatura para niños?
La música y literatura infantil siempre me gustó, pero fue al tener hijos que empecé a ponerle más atención. Grabé mi primer álbum de música infantil “En reveslandia” por cosas del destino, estaba embarazada cuando firmé mi primer contrato con una casa disquera Noruega, en 1997 firmamos para hacer un disco de música del trovador noruego Alf Prøysen, traducida al español por mi, pero cuando me despedía del productor con mi barriga de ocho meses de mi tercer hijo, de pronto me dijo que hiciéramos un disco para niños también, este proyecto me introdujo al mundo de la canción infantil.
Cuando tuve a mi cuarto hijo, me dio por componerle canciones para dormirlo, también había compuesto un par de canciones para mis otros hijos, mis sobrinos o bebés de amigos, sin pensar nunca que iba a grabar otro disco de música infantil, lo hacía porque me nacía nomás. Sin embargo un día me di cuenta que hay un vacío enorme en el catálogo de música infantil de Nicaragua, así fue que me puse a recopilar todas esas canciones que había escrito a lo largo de más de 30 años de ser mamá y resultó que tenía 18 canciones. Entonces decidí grabar mi álbum “Trampolín”, el cual se convirtió en el primer disco de música infantil con canciones compuestas y cantadas por una mamá-músico nicaragüense, en la historia de nuestro país.
¿Qué te inspiró a convertir canciones de cuna como Apágame la luz y La luna y yo en libros? ¿Cómo fue ese proceso creativo?
La verdad no fue planeado, mi hermano y yo asistimos a un evento en la antigua embajada de Noruega en Managua en el año 2009, Salvador me introdujo a Eduardo Báez, ellos habían iniciado una relación profesional ya que sus libros “Montaña en flor” y “Elefante solitario” formarían parte de la editorial Libros para Niños. Fue Eduardo el que me dijo, para mi sorpresa, que mi canción “La luna y yo” podría ser un libro, fue un momento muy emocionante en mi vida, nunca pensé que esa canción sería una historia independiente de la música. Ahí mismo en ese evento hicimos un arreglo verbal de la futura publicación de mi primer libro. Eduardo y Salvador fallecieron poco tiempo después, en ese momento pensé que no sucedería, pero luego recibí información de que el plan seguía en pie y para mi alegría este proyecto se hizo realidad y se lanzó en el año 2012. Cuando decidí grabar el álbum “Trampolín”, tuve la audacia de presentar los textos a la editorial y ellos escogieron “Apágame la luz” para ser publicado en 2017. Así es que para mí, esto realmente ha sido un gran regalo de la vida.
¿Crees que la música y la literatura infantil pueden ser espacios para sembrar valores de equidad y justicia desde la infancia?
Definitivamente, los niños están ávidos de aprender de todo, y son muy susceptibles a lo que escuchan y a lo que ven, yo nunca he conocido un niño pequeño al cual no le gusten los libros, el libro es una herramienta que puede servir para educar y transmitir cosas buenas y a través de las historias y los dibujos se puede llevar todo tipo de mensajes que enriquezcan sus valores humanos.
Si pudieras dejar un mensaje a los niños y niñas que leen y escuchan tu música, ¿qué les dirías?
Todo lo que escribo y canto me nace del corazón, de ese lugar misterioso y secreto donde vive el amor. Mis canciones infantiles nacieron de momentos divertidos, emotivos, interactuando con mis hijos u otros niños, no las escribí sentada en un escritorio, las escribí en un parque, en una playa, al lado de una cuna, en un paseo, en una tarde de lluvia en la terraza, arrullando, jugando, inventando. Espero que a ellos también les resulte divertido y cálido para el corazón, leerme y escucharme. Así es que les digo que den rienda suelta a su imaginación y creatividad y que pongan amor en todo lo que hacen.
¿Qué sigue para Katia Cardenal? ¿Nuevos discos, más libros, colaboraciones?
En estos precisos momentos estoy muy emocionada porque mi próximo proyecto es un disco de arrullos. Y quiero dejarles aquí la primicia del mismo, ya que ustedes me han inspirado y motivado mucho desde que me invitaron a ser parte de la familia de “Libros para niños”. Al salir de Nicaragua en 2018, mi vida cambió por completo, la Noruega que vine a encontrarme no es la misma que había dejado 15 años atrás, la vida nos dio un vuelco, una larga historia a la que se suma que ahora trabajo con niños, mi actividad profesional como músico se ha reducido mucho después del COVID. Pero los niños me han inspirado a escribir estas canciones de cuna. Así es que este año estaré lanzando mi nuevo álbum (un EP de 7 canciones) que se titulará precisamente “La luna y yo” ya que esa canción está únicamente grabada en el catálogo del dúo guardabarranco, ahora la he grabado para que forme parte también de mi colección discográfica como solista. Es una nueva versión acompañada por una pianista Noruega (Tilla Gaasø) y cuento con mi hijo menor Alex Cardenal como ingeniero de sonido y productor, lo cual es muy lindo para mi, porque fue precisamente a él a quien escribí “La luna y yo” cuando era un niño y ahora él es músico y productor profesional. Espero que mis seguidores y los amigos de “Libros para niños” le den una buscadita a mis otros álbumes de música infantil, y a que estén pendientes de este nuevo álbum por venir, agradezco infinitamente el apoyo de todos los que contribuyen a que mi música y poesía siga viva.
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