Amara y los niños de la Mascota
- Escrito por Karen Crespo
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Antes de atender el Rincón de Cuentos del Hospital Infantil Manuel de Jesús Rivera "La Mascota", Amara Arauz le leía a las mujeres embarazadas en Rancho Grande, Matagalpa.
El trabajo en la Casa Materna era un poco difícil, porque las mujeres leían poco y Amara no se sentía tan cómoda como cuando trabajaba con los niños y niñas del Rincón de Cuentos de Rancho Grande, donde fue facilitadora de lectura durante 4 años aproximadamente. Ahora ya han pasado cuatro años, Amara se vino a Managua por razones personales, pero siguió con el trabajo de facilitadora de lectura. Desde Agosto de 2015 atiende los dos espacios de Lectura ubicados en el Hospital Infantil La Mascota, en el área de Oncología.
Uno de los espacios de lectura está en Consulta externa y otro en la Casa Albergue. “Es una experiencia diferente a la que yo estaba acostumbrada, sobre todo sentimentalmente, una se encariña con los niños, y ellos a veces superan las enfermedades que los atacan y otras no, pero siempre los libros les ayudan a sobrellevar un poco su dolor y sufrimiento” explicó Araúz.
Amara se encarga de hacerles lecturas en voz alta a las niñas y niños que llegan al Rincón de Cuentos y de facilitar el préstamo de libros. Diariamente, los pacientes que asisten a sus citas médicas o permanecen internos en el hospital pueden acceder a una colección de 430 libros de cuentos que pueden leer en su visita al Rincón o bien prestarlos para llevarlos a sus casas.
Todos los días visita el área de hospitalización para leerles a las niñas y niños que por motivos de salud no pueden moverse de sus camas.
Promover la lectura en el hospital no es tarea fácil
La mayoría de niños y niñas que llegan al Rincón de Cuentos, no saben leer, por lo que al principio no reaccionan de manera positiva al Rincón de Cuentos. Pero entonces "empiezo a decirles que todos somos lectores, que se puede leer a través de las imágenes, les leo muchos cuentos divertidos y ya se animan un poco más" Incluso, algunos de los niños que han llegado al Rincón, han mejorado su lectura gracias a los libros de cuentos.
Sin embargo, no todo es divertido, las condiciones de salud de las niñas y niños que reciben tratamiento contra el cáncer, empeora y a veces no quieren ni siquiera abrir el libro. Ahí es "cuando más le leo, para que se olviden un poco de su enfermedad, otras veces están aburridos y sienten la necesidad de escuchar algo bonito, algo que les llame la atención y yo les ayudo contándoles cuentos”. comenta Amara.
Esta joven de 28 años y madre de un niño de dos, confiesa que para ella es duro saber que uno de los niños o niñas con quién se ha encariñado y ha leído mucho, se rinde ante esta horrible enfermedad, pero día a día trata de superar estos episodios y se esfuerza por entregar su corazón en cada lectura que hace. Esta experiencia como facilitadora no la había tenido con otros niños con los que he trabajado, "porque estos niños y niñas están aferrados a la vida. Siempre que llego al Rincón y los veo, esperando escuchar un nuevo cuento, los veo con aquella sonrisa, con aquella felicidad, cuando vengo algunos niños y niñas corren a abrazarme y eso me da fuerza para seguir, porque algunos sé y estoy segura que muchos de ellos se van a sanar”.
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